LA VIUDA DEL TAMARINDO
Desde los más remotos tiempos, circulaba en ciertas regiones
la idea de que cualquier árbol de tamarindo es una planta que atrae espantos y
apariciones sobrenaturales. En lo que fuera La Quinta Pareja, una finca
abandonada había uno de estos árboles, del cual se desprende la leyenda contada
a continuación.
A los tunantes, o sea las personas que andaban tras del
trago, que iban solos, de camino a casa, se les cruzaba por enfrente una bella
mujer bailando con rápidos pasos, elegantemente vestida de negro, con un espeso
manto, llevaba la cabeza y casi todo el rostro cubierto. En ese tiempo no había
mucho alumbrado para distinguirla bien, así que el trasnochador, la seguía.
Ella caminaba rápidamente largos trechos, detrás de ella venia el ilusionado
tunante cansado por el ejercicio. La mujer lo llevaba siempre a un tamarindo
añoso en medio de la finca, ya casi al pie del árbol, ella se volteaba,
quitándose de la cabeza el grueso manto, y enseñando la horrible y
fantasmagórica presencia de una calavera de la muerte envuelta en ropas
femeninas.
El desafortunado mirón caía echando espuma por la boca,
rodando por el suelo hasta terminar desmayado o muerto de la impresión. En
cualquiera de los casos la mujer obtenía el triunfo asustando al candidato por
ella escogido.
Se le llamó la viuda por su vestimenta siempre oscura, era
oriunda de Ecuador. Atrayendo siempre a los hombres hasta los frondosos árboles
de tamarindo, después de medianoche, desapareciendo como por arte de magia a
una velocidad impresionante, después de su travesura. Nadie ha podido darle alcance
y ver su cara. Únicamente se la contempla cuando se saca el velo y se
transforma en una horrible calavera.
La quinta Pareja quedaba donde es ahora la Clínica
Guayaquil. Entre las calles: Tomás Martínez y General Córdova.

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